La presión de los neumáticos es un aspecto fundamental en el mantenimiento y la seguridad de cualquier vehículo. No solo influye en el rendimiento del automóvil, sino que también afecta directamente la eficiencia del combustible, la durabilidad de los neumáticos y la seguridad en la conducción. Si están adecuadamente inflados garantizan una mejor tracción, una respuesta más precisa del volante y una disminución del riesgo de reventones.
Cuál es la presión correcta
Varía según el vehículo y el tipo de neumático. Sin embargo, existen algunas pautas generales y métodos para determinar la adecuada:
- Manual del propietario: La fuente más confiable es el manual del propietario del vehículo. Allí se especifican las presiones recomendadas para los delanteros y traseros, generalmente en psi (libras por pulgada cuadrada) o kPa (kilopascales).
- Etiqueta en el vehículo: La mayoría de los vehículos tienen una etiqueta en el marco de la puerta del conductor, en la tapa del tanque de combustible o en la guantera, que indica las presiones recomendadas.
- Neumáticos específicos: puede variar si se utilizan diferentes a los originales. En estos casos, se debe consultar con el fabricante del neumático o un profesional del servicio automotriz.
Pautas generales:
- Automóviles y SUV: oscila entre 30 y 35 psi.
- Camiones ligeros: alrededor de 35 a 45 psi.
- Vehículos de carga o con remolque: Pueden necesitar presiones aún más altas, dependiendo de la carga.
Factores a considerar:
- Temperatura: por cada cambio de 10 grados Fahrenheit (aproximadamente 5.5 grados Celsius), la presión puede variar aproximadamente 1 psi. Es recomendable revisarla cuando están fríos, antes de conducir o después de al menos tres horas.
- Condiciones de carga: Si el vehículo está cargado con mucho peso, es posible que se necesite aumentar ligeramente, siguiendo las recomendaciones del fabricante del vehículo.
Qué pasa si es más alta o más baja
Mantenerla dentro de los niveles recomendados es crucial para la seguridad y el rendimiento del vehículo. Tanto la excesiva como la insuficiente pueden tener consecuencias negativas. A continuación, se describen los efectos de cada situación:
Presión baja
- Mayor desgaste de los bordes: los neumáticos tienden a desgastarse más rápidamente en los bordes exteriores, lo que reduce su vida útil.
- Mayor consumo de combustible: aumenta la resistencia al rodamiento, lo que obliga al motor a trabajar más y consume más combustible.
- Calentamiento excesivo: La falta de aire puede provocar un mayor calentamiento, aumentando el riesgo de reventones.
- Peor manejo: afecta la capacidad de maniobra y estabilidad del vehículo, especialmente en curvas y frenadas de emergencia.
- Mayor riesgo de aquaplaning: puede aumentar la probabilidad de aquaplaning en condiciones de lluvia, ya que el neumático no puede dispersar el agua de manera efectiva.
Presión alta
- Mayor desgaste en el centro: si están inflados en exceso se desgastan más rápidamente en el centro de la banda de rodadura.
- Reducción de la tracción: disminuye la superficie de contacto del neumático con la carretera, lo que puede reducir la tracción.
- Conducción más dura: pueden hacer que el vehículo sea más rígido y menos cómodo, absorbiendo menos los impactos de la carretera.
- Mayor riesgo de daños: Los sobreinflados son más susceptibles a daños por baches, objetos en la carretera o bordillos.
- Desgaste desigual: puede causar un desgaste desigual, lo que afecta su rendimiento a largo plazo.
Si notas cualquier problema con algún elemento de tu vehículo, no dudes en contactar con nuestro taller SEAT en Madrid, haremos una revisión y repararemos o sustituiremos la pieza.